Hilos helados, carretes duros, peces inactivos, algunos de los indicios que nos hacer ver la dificultad de la sesión a la que nos enfrentamos.
Una sesión de 17 horas en las que pudimos hacernos con 4 peces, todos ellos rondando los 3-4 kilos,excepto el barbo que era algo inferior. Las horas de actividad, como bien sabemos son mínimas y debemos aprovechar al máximo los ratos de picadas para sacar el máximo provecho a nuestras sesiones y así fue.
10horas sin picadas, los ánimos por los suelos, dudando absolutamente de todo y con un frio insoportable. Hasta que entre la neblina del atardecer oímos una arrancada firme a un cebadero en torno a los 6 metros y dando por consiguiente el primer pez de la jornada un barbo de 2 kilos y pico que por lo menos nos salvaba el momento y nos subían el ego.
El escenario era un meandro del río Ebro, cerca de nuestra comarca donde las profundidades varían entre los 4 y 6 metros, con pozos de 8m, las cañas estaban situadas en distintos puntos en busca de actividad pero sería muy complicado dadas las temperaturas que teníamos.
Pero suerte, comenzamos a escuchar saltos, pájaros, se abría la segunda mañana y con ella nos hacía presentir que algo bueno iba a pasar hasta que el compañero ve su puntual y me llama, segundos después tremendo arrancón que se llevó por delante un snowman de Krill.
Si ya estábamos contentos por el momentos después se arranca una de mis cañas tras estar en el agua 12 horas, una auténtica utopía soñada. Recuerdo, foto y agua.